![]() |
Aizar Raldes/Agence France-Presse — Getty Images |
Por Anatoly
Kurmanaev y Monica Machicao
En medio de la calamidad, el
presidente del país, Evo Morales, suspendió el 25 de agosto su campaña de
reelección y, en un giro inesperado, aceptó la ayuda internacional.
“Bienvenida esa cooperación
sea de organismos internacionales, de personalidades, como también de
presidentes que expresan su cooperación”, dijo Morales en la ciudad de
Cochabamba, donde había estado haciendo campaña para un cuarto periodo de
gobierno. El funcionariado boliviano por completo, prometió, se dedicaría al
problema.
Los incendios, algunos de
ellos iniciados por granjeros que intentaban deshacerse de la maleza, son una
práctica regular de la temporada seca en el norte de Sudámerica. Sin embargo,
este año ha sido diferente.
Las llamas en el bosque
Chiquitano de Bolivia y en la región de la Amazonía de Brasil han sido más
grandes y extendidas que en temporadas previas. Eso ha generado preocupación
internacional y, en el caso de Brasil, también ha provocado indignación frente
al hecho de que el presidente Jair Bolsonaro restó seriedad a los incendios.
Morales dijo que en días
recientes recibió llamadas de los presidentes de Chile y Paraguay, así como del
presidente del gobierno español, para ofrecerle ayuda. Y el 25 de agosto,
mientras el Grupo de los Siete se reúne en Francia, el presidente francés, Emmanuel
Macron, dijo que las siete democracias más ricas del mundo estaban organizando
un paquete de ayuda para las naciones sudamericanas afectadas por los
incendios.
La recuperación no será
rápida.
Podría tomar hasta doscientos
años para que los bosques de Bolivia sanen, dijo Miguel Crespo, director de
Probioma, un grupo ambientalista sin fines de lucro. “Nunca he visto una
tragedia ambiental de esta escala”, dijo.
Al principio, Morales trató de
restar importancia a los incendios, que se han extendido a través de cuatro
estados durante el mes pasado. Tan solo horas antes de suspender su campaña el
25 de agosto, su ministro de la Presidencia, Juan Quintana, rechazó la
necesidad de ayuda extranjera para combatir los fuegos.
No obstante, en un país ya
agitado por el intento
de reelección de Morales, la reacción a los incendios ha tomado fuertes
tintes políticos. La Constitución de Bolivia prohíbe que Morales contienda de
nuevo y él perdió
un referendo que le habría permitido hacerlo. Cuando recurrió a los
tribunales para eliminar los límites a los mandatos, comenzaron protestas
masivas.
Ahora, opositores políticos y
varios sectores de la población atacan a Morales sobre su lenta respuesta a los
fuegos.
En Roboré, una población
asfixiada por el humo en el este de Bolivia, cientos de residentes furiosos con
mascarillas contra el humo bloquearon a Quintana, el ministro de la
Presidencia, y al ministro de Defensa, Javier Zavaleta, en una cafetería de una
base militar el 24 de agosto, y exigieron ayuda internacional. En Santa Cruz de
la Sierra, la ciudad más grande de Bolivia, los residentes convocaron una
protesta la noche del domingo para exigir que el gobierno declare un estado de
emergencia.
Hasta el sábado, los incendios
habían destruido un millón de hectáreas de bosques en el estado oriental de
Santa Cruz, el doble del área quemada hace una semana. Las llamas se acercaban
a la ciudad de Santa Cruz.
Expertos ambientales afirman
que los incendios amenazan a alrededor de quinientos tipos de animales,
incluyendo a jaguares, tapires y 35 especies en peligro de extinción, algunas
de las cuales no se encuentran en ningún otro lugar.
La Cámara Nacional de Comercio
de Bolivia predijo que los incendios reducirán a la mitad el producto
interno bruto del país este año, que crecería en un cuatro por ciento, según la
proyección del Fondo Monetario Internacional. Las llamas ya han dejado a
300.000 vacas sin pastura, indicó la cámara.
Los opositores de Morales
atribuyen los incendios forestales a la campaña del gobierno para entregar
tierra de manera gratuita a campesinos y abrir nuevas áreas a la
actividad agroindustrial.
Esas políticas consiguieron
amplio apoyo a Morales entre los pobres y le permitieron aplacar a los grupos
empresariales conservadores del país. Sin embargo, el costo fue dejar franjas
de bosque previamente virgen y terrenos arbolados expuestos a
la agricultura de tala y quema sin control, afirman los críticos.
La autoridad de manejo de la
tierra de Bolivia estima que 87 por ciento de los incendios forestales que se
registran actualmente comenzaron como fuegos ilegales iniciados por granjeros.
Analistas políticos dijeron
que la respuesta de Morales fue en parte motivada por un deseo de mantener los
votos de sus simpatizantes más férreos entre los granjeros indígenas a pequeña
escala, que a menudo carecen de la maquinaria y el capital para preparar la
tierra sin usar el método de quema.
El incendio en el este de Bolivia ha destruido hábitat importante de la vida salvaje y algunas de las tierras de cultivo más productivas del país.CreditAgence France-Presse — Getty Images
“Las pequeñas familias, si no
chaquean, ¿de qué van a vivir?”, dijo Morales durante la campaña el 20 de
agosto, refiriéndose a la quema de tierra. “Este es el pequeño productor: para
yuca, una media hectárea; para maíz, una hectárea para comer, esta es la
situación de él”.
Después de inicialmente
ignorar los incendios, el presidente envió la semana pasada a militares y tres
helicópteros para combatir los fuegos en un área del tamaño del estado
estadounidense de Oregón. En los últimos días, aumentó los esfuerzos, al
contratar la aeronave de combate al fuego más grande del mundo, el Boeing
SuperTanker 747, a Estados Unidos.
No obstante, la mayor parte
del combate al fuego hasta ahora ha sido llevado a cabo por voluntarios locales
y estudiantes apresuradamente organizados de Santa Cruz.
Durante sus trece años en el
cargo, Morales ha luchado para equilibrar las prioridades ambientales que dice
tener con la necesidad política de producir resultados económicos rápidos.
Cuando llegó a la presidencia,
su conciencia ambiental aprendida en casa, extraída de la conexión con la
naturaleza de los indígenas bolivianos, se convirtió en una parte central de su
imagen política. En 2010, aprobó la primera ley en el mundo que otorga derechos
a todos los seres vivos.
No obstante, sus políticas
económicas frecuentemente han chocado con la armoniosa existencia que pregona,
señalan los críticos. Su gobierno aprobó al menos cuatro leyes y seis decretos
que expanden el uso agrícola de áreas forestales frágiles desde 2013, por
ejemplo.
La autoridad de manejo de la
tierra de Bolivia dijo que la deforestación se disparó un 200 por ciento desde
que el gobierno cuadriplicó el área de deforestación permitida para los
pequeños agricultores en 2015. La autoridad de la tierra atribuyó el incremento
a una vigilancia laxa del cumplimiento de las leyes ambientales.
“El gobierno ha detonado este
desastre ambiental”, dijo Crespo, el conservacionista. “En gran medida, esta
tragedia es el resultado del populismo y la visión del desarrollo
agroindustrial”.
Leer el artículo original en la web del the new york times