En el marco de la celebración
de la 105 Jornada Mundial del Migrante y Refugiado, los obispos encargados de
la Pastoral de Movilidad Humana, y los secretarios ejecutivos respectivos de
los países de México, Guatemala, Honduras y El Salvador, participan en el VI
Encuentro Frontera Sur, con la finalidad de “consolidar los procesos de
acompañamiento de migrantes y refugiados, buscando una mayor y mejor
articulación de las conferencias episcopales siempre a favor de los hermanos
migrantes”. Durante el encuentro, los obispos centroamericanos manifestarán su
preocupación “por las causas que ocasionan la necesidad de migrar” así como de
las “condiciones en las cuales tienen que emprender el peligroso e incierto
camino para buscar una nueva oportunidad de vida y trabajo”. Pero también
expresan su preocupación ante las condiciones de marginación y riesgo que
sufren los migrantes tras ser detenidos al intentar cruzar el territorio
mexicano.
Por otra parte, exhortan a los
gobiernos de los países de Centroamérica, México y EU a “vencer los miedos” que
pueda generar la migración, porque se trata “de nuestros hermanos”
puntualizan al mismo tiempo que les piden “que trabajen de manera
conjunta y organizada para generar políticas migratorias justas que promuevan
el verdadero sentido de una migración organizada”.
“El respeto a los derechos
humanos” es la base sobre la que piden que actúen. En este sentido aseguran que
se requiere “de un corredor migratorio digno y seguro que proteja un gran
número de familias migrantes, una cantidad preocupante de niños y jóvenes e
incluso adultos mayores, migrantes centroamericanos y extra continentales que
sufren las inclemencias del clima”.
Finalmente expresan la
finalidad del encuentro, que no es otra que la de “hacer presente el principio evangélico
de la caridad y visibilizar el trabajo que miles de voluntarios y responsables
de albergues, así como agentes de pastoral de movilidad humana, realizan en la
atención directa a los migrantes, por medio del acompañamiento y orientación,
proporcionando alimento, cobijo, seguridad y bienestar, dando testimonio de que
se pueden vencer los miedos y mirando en el migrante el rostro de Cristo que
“no vino a ser servido sino a servir”. “No olvidemos que cada migrante es
portador de los valores humanos de su país” han finalizado.