¿Cuántas veces hemos pensado
que la esperanza se nos apaga al momento de tomar la decisión de salir o no de
nuestro país? O ¿Qué la podemos recuperar cuando salgamos del país? O por lo
contrario, ¿Que aún hay una esperanza y es lo que nos mantiene firme en
quedarnos?
La esperanza es la segunda
virtud teologal, corresponde a ese anhelo de felicidad que Dios ha puesto en el
corazón del hombre. Consiste en confiar con certeza en las promesas de
salvación que Dios nos ha hecho y es justamente esto lo que hacemos hoy en día
los jóvenes de América Latina.
Sí, en muchas
oportunidades son los jóvenes que sin importar las fronteras, los conflictos
políticos, sociales, económicos, educativos, de salud; son capaces de romper
toda barrera y llevar esperanza mucho más allá. Los jóvenes migrantes son
capaces de realizar un desarraigo personal, profesional, cultural y hasta
religioso y en muchas otras circunstancias ese nuevo encuentro con diferentes
personas, culturas les proporciona una nueva historia, oportunidades, ganando
nuevos tesoros por cada paso que dan.
Muchos de ellos toman la
decisión libremente de ir a otro país en la búsqueda de nuevas oportunidades,
de conocer, de vivir una experiencia distinta a la que le puede ofrecer su
país, en otras ocasiones es una salida forzosa por diferentes circunstancias :
salud, desarrollo personal, profesional, conflictos sociales. Sea la razón por
la que decidiste salir, no olvides resaltar lo mejor de tu país, sin tomar
mucho en cuenta las opiniones mal sanas de las personas de ese país al que
llegaste, siempre tu país será el mejor, aunque en este momento no te pueda
brindar las mejores oportunidades. Siempre podrás regresar.
Los migrantes “nos recuerdan
la condición originaria de la fe” (Christus Vivit 91) y es que vamos de la mano
de Aquel que fue también migrante y joven, “pues tú eres, Señor, mi esperanza,
y en ti he confiado desde mi juventud” (Salmos 71, 5). Sin importar cuál sea la
decisión a tomar, sólo recordemos que aquí o allá, en tu país o en otro: Somos
esperanza, más allá de las fronteras.
Luisiana Lorenzo | Integrante de la
Pastoral Juvenil Latinoamérica