El
pasado 8 de agosto murió el obispo Pedro
Casaldáliga (1928-2020), ampliamente reconocido como pastor, profeta y poeta. El teólogo
español José María Castillo resume muy bien su paso por este mundo al decir:
“Casaldáliga ha pasado su vida en la Amazonia, con los más desamparados de este mundo, viviendo con ellos y como ellos. Tal
como suena: con los desamparados y como los más desamparados. Era un obispo sin ornamentos, sin palacio,
sin coche, que fue una sola vez a Roma. Porque el papa Juan Pablo II se
lo mandó. Y se presentó en la Curia Vaticana con un sombrero de paja. Era
un místico, un poeta, defensor
incansable de los más desamparados que estaban a su alcance. Y a todo
eso sumaba lo que seguramente es lo más difícil en la vida: ha sido un hombre
con una libertad asombrosa para decir, a los ricos y a los pobres, lo que tenía
que decirles, para que fueran
plenamente humanos.”
Es
innegable que la vida de un hombre del talante de Pedro Casaldáliga genera
suficiente interés para tratar de entenderlo integralmente, más allá de los
datos estrictamente histórico-biográficos. Los horizontes de análisis y pistas
de acceso a su vida y su persona pueden ser variados según el aspecto desde el
que se le quiera mirar. Se le puede conocer a partir de su vocación y carisma como religioso claretiano;
o bien, el modo, estilo y criterios con que ejerció su ministerio sacerdotal, y más específicamente
su peculiar labor episcopal.
Pero también se puede hacer el acercamiento a su dimensión estrictamente humana: su proceso
de madurez, el modo como vivió la libertad y el modo como enfrentó los
conflictos y los momentos difíciles que le tocó vivir, etcétera.
¿De dónde le vino la fuerza a este hombre de
enjuta figura, casi quijotesca, para no agrietarse ante las heridas que,
sin duda, le provocaron la lucha interior y exterior por buscar un mundo mejor?
En
el caso de Casaldáliga hay un elemento muy particular que puede fungir como
principio integrador y articulador entre su labor pastoral y su insondable
universo interior: su talante
poético. Pedro Casaldáliga es un profeta y pastor que, a través de la poesía, expresó su experiencia de
Dios, manifestó sus búsquedas y preguntas, y el vehículo por el que
compartió su amor, dolor y lucha por la Iglesia, así como la proclamación de su
sueño por la liberación integral del ser humano, especialmente por los más
pobres. Por su poesía nos podemos
adentrar a sus encuentros, sus sueños, sus lecturas, así como los nombres de los rostros que quedaron
escritos en su corazón.
Algunos
de los títulos que recogen su trabajo poético son: Llena de Dios y de
los hombres (1965), Experiencia de Dios y pasión por el Pueblo (1983), Fuego
y ceniza al viento. Antología espiritual (1984), Cantares de
la entera libertad (1984), Llena de Dios y tan nuestra.
Antología mariana (1991), Sonetos neobíblicos, precisamente (1996).
Autor |Sergio Padilla Moreno, es académico del ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara – padilla@iteso.mx
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